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viernes, 15 de agosto de 2008

Harry Belafonte


Por sobre todas las cosas, Harry Belafonte, es un hombre decidido a superarse y a vencer.
Harry no leía una sola nota de música, pero estaba dotado de talento tan espontáneo y excepcional que sus interpretaciones resultaban siempre perfectas. Cuando quiso pasar del canto al teatro y al cine, un experto pronosticó que no tenía “la más mínima posibilidad de triunfar”; las respuestas fueron muchas: concierto en el Carnegie Hall y una serie de films: “Carmen de Fuego”, “Reto al Destino” y otros.

Harry nació en Nueva York, hijo de padres antillanos. Su abuelo paterno era francés, casado con haitiana. Su abuelo materno era de ascendencia africana y estaba casado con una inglesa. En realidad Harry siempre se consideraba mulato o negro.

Su aficción al canto nació en los años de su infancia, que el pasó en las Antillas. Son precisamente las Islas del Caribe las que le dieron un acento característicamente folklorico a su repertorio. En este sentido nadie como el dominaba el Calypso.

A los 13 años de edad, Harry retornó a Nueva York, donde desempeñó diversos oficios. Era mayordomo de un edificio del barrio negro de Harlem cuando le regalaron unas entradas para el teatro. Fue entonces cuando sufrió el primer impacto de un espectáculo. Adoptó una decisión: incorporarse a la escena. Así lo hizo y trabajó como asistente técnico (iluminador, utilero, decorador), hasta que un amigo le aconsejó que cantara en un centro nocturno, el bohemio “Village Vanguard”; allí comenzó a consagrarse, hasta lograr su propósito, el de triunfar y ser conocido en el mundo.

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